El tiempo y mi cocina: 02 de febrero de 2017

Esta mañana el sofá azul se veía gris, también el quinqué verde, el suelo rojo, mi perro Tango, que es blanco y negro, y mi pan con aceite se veían de color gris. Era un gris triste, pero solo porque dicen que el gris es triste, ya que para mí hoy no ha habido tristeza. Como tampoco ha habido lluvia aunque haya llovido. Sé que ha llovido porque me lo ha dicho mi padre y porque mientras hablaba por teléfono escuchaba las gotas de lluvia golpear el suelo al otro lado del aparato. Quizá fuera un sonido más real que la propia conversación, pues pienso que los que de verdad se comunicaban en ese momento eran el agua y el asfalto, que no estaban separados, sino atrapándose. Después mi cocina se ha inundado blanco, ha salido el sol y ha cambiado el gris plomizo por el blanco brillante, como cambia el color de la ciudad de las luces, que combinaba hoy con en olor a mantequilla, puerro y París, con esa crema que sabe a Campos Elíseos que nos hemos comido. Sí, ha salido el sol por un instante, no sé si por condescender o porque me lo merecía, pues aunque el sofrito de hoy no ha sido el mejor de mis fogones y ni el tomate ni el huevo le han puesto mucho color al gris del día, la mesa de hoy, a solas con mi padre, no ha sido gris. Ahora el jueves termina de color rojo, en el cielo, en mi copa y en mi boca.

Ladrones de nuestro tiempo

“Un amigo es un tesoro”. Ésta es una de esas verdades irrefutables escritas en papel, en la piel, con sangre, con tinta; escritas en cada alma, con fuego y estaño; escritas en grafitis, en tatuajes y –cómo no- en Facebook, Twitter, Instagram y en los estados del Whatsapp. Pues sí, pero no. Así pues, yo, que me siento valiente, voy a atreverme a ponerle límites. Porque, queridos amigos, a ver si nos enteramos de qué es la amistad, o mejor, de qué no es la amistad.

dancing-by-the-seine-in-paris-1950Es evidente que, como el concepto de amor, el de amistad también cambia con el paso del tiempo. Ahora que Internet, la globalización, los trabajos cada vez más irregulares y las relaciones de pareja cada vez menos duraderas condicionan nuestra vida, hasta el punto de que eso es nuestra vida, el concepto de amistad –quizá más ahora que antes- se hace más fuerte frente a muchas conexiones sociales. Sabido es que “la verdadera amistad” o “el verdadero amigo” se han tenido siempre por algo privilegiado y casi inexistente, por encima de lazos familiares (que sin excepción se han adherido a la idea de consanguinidad sin prestar atención a los lazos por adopción, por extraño y ridículo que parezca); por encima del amor romántico (aunque haya a quien le parezca una ardua batalla); por encima –no es tan obvio como parece– del dinero. Y parece que por encima de la salud no ha habido amigo que diga absolutamente nada. ¡Menos mal, un ámbito “duty free”! Bueno, ese y la clausula del “Ya tengo el pijama puesto”, que te libera de cualquier quedada poco apetecible. Concesiones de la amistad.

Concesiones e ironías a parte, nos encontramos con que la amistad se antepone a –nada menos- que la familia, el amor y el dinero.  Algo que, si echamos la vista atrás, desde Cicerón hasta Kurt Cobain, pasando por Erasmo de Rotterdam, los filósofos clásicos, los cantantes pop o humanistas modernos, han mencionado alguna vez, es decir, parece que la amistad es un valor ancestral y eterno. Sin embargo, la amistad en nuestro tiempo ha creado en torno a sí misma, bien por su concepto ideal o por un mundo y un tiempo llenos de personas solitarias, un fenómeno devastador fundado en la apariencia de la amistad. Dejen que me explique. Todos los efectos beneficiosos de la amistad los conocemos, no pueden discutirse y no pienso hacerlo. Por otro lado, habría que distinguir la amistad entre mujeres, que es desde la perspectiva que hablo, aunque no exclusivamente, de la amistad entre hombres, de la que hablaré en otra ocasión –me voy a ahorrar la amistad mixta. Pero hay unas cuestiones a las que quero apuntar.

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Me centraré en los factores que mencionaba anteriormente y que, a mi entender, han perjudicado al concepto de amistad:

Internet:

La amistad no se cuenta en seguidores ni en amigos de Facebook, la amistad no es lo que muestras en tus redes sociales, la amistad no es ir de brunch para poner la foto bonita. La amistad tampoco es comentar la foto del evento del sábado noche y poner cuánto quieres a tus amigos, ni tampoco es una declaración de “amor amistoso” en el muro de alguien. La amistad tampoco es tener que estar conectado constantemente para saber cómo les va a tus amigos, pues la vida de ellos debe trascender las redes. Yo no quiero fotos que condicionen mis quedadas, no quiero momentos para la posteridad que sean tan efímeros como el segundo en el que escribo esta palabra: “AMISTAD”. No quiero obligaciones como las de tener que dar “me gusta” a publicaciones que ni he visto.

Globalización:

Utilicemos este factor como el que permite que nuestro espectro amistoso sea tan potencialmente grande como es el Mundo entero y toda su civilización: donde haya un ser humano hay un posible amigo. Sumémosle a esto las posibilidades que ofrece Internet. ¿Hay alguien que no pueda identificar una media de cinco grupos diferentes de amigos? –y creo que me quedo muy corta. Seguramente no. Afortunadamente, no. El conflicto ocurre aquí cuando tienes tantas opciones de amistad que siempre tienes que dejar de quedar con alguien. Porque tantos planes no hay cuerpo que lo aguante ni salario que lo financie. Resulta que habrá ocasiones en las que te apetezca más un plan que otro, en ocasiones preferirás quedarte en casa y en ocasiones tienes que acudir a la llamada urgente de alguien que te necesita. Pero también enfermarás o tendrás que cuidar de alguien que lo está… ¡Oh, es un padre o un novio! ¡Suenan las alarmas! Y te preguntas si ese motivo es verdaderamente importante y fuficiente para decir que no.

Trabajo irregular:

Irregular en la permanencia, en el salario, en el lugar de desempeñarlo, en la labor que se te encarga… Esto hace que tu vida no lleve un orden demasiado estricto, y que tú tiempo disponible para los demás oscile entre la eternidad y la no existencia. Además de lo que decía anteriormente: no hay salario que financie ser el número uno de TripAdvisor.

Parejas inestable:

Del consejo a la experiencia, cronológicamente:

  1. “Cuida a tus amigos, que luego rompes con fulano y te quedas sola”.
  2. “Ya no me separo de mis amigas en la vida, que cuando rompí con Fulano ya no trataba con ellas y, sin embargo, me aceptaron de nuevo como si nada”.
  3. No puedo con mi vida: novio, amigas, trabajo, las del colegio, las del segundo trabajo, mi padre, mi perro…

La amistad no debería hacer que tu vida se complique más, la amistad está para simplificarla, para hacerte fuerte en la supervivencia de la vida. No es una exigencia que ahoga ni hace que abandones otras cosas que necesitan mucho más tu atención. Una amistad no debe volver a aceptarte como si nada por haber pasado tiempo con tu pareja, ya que el miedo a quedarnos solos provoca este tipo de incongruencias: estar donde no quieres estar y echar de menos a la persona con la que quieres estar. No nos exijamos tanto, la amistad no es exigencia.

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Me ocurre que a veces tengo miedo a decir que no. No a ir a cenar japonés, o no a salir un sábado por la noche, no a pasar la tarde en casa de alguna amiga. No -¡yo, que tantas películas he visto!- a ir al cine. Me ocurre que tengo miedo de dejar de contestar un mensaje por la reprimenda que eso puede ocasionarme, que tengo miedo a que dos tics azules aparezcan en la pantalla de mi amiga. Me ocurre que he salido corriendo y sobresaltada de una reunión porque se me había olvidado devolver una llamada a una amiga. Me ocurre que me despierto llorando en mitad de la noche porque una amiga me dijo que yo no era buena amiga por decir que no.

Si tienes una vida que incluye una familia que te necesita y amas, una pareja con la que te gusta pasar el tiempo y un tiempo que te gusta gastar en estudiar; si tienes que trabajar y hacer la comida todos los días, y puedes decir que tienes amigos es que eres una mujer afortunada.  Porque tienes amigos que comparten tus aficiones y otros con los que sólo compartes antigüedad, unos amigos que te ofrecen alegrías y otros a los que ofreces compañía, unos que son tus virtudes y otros que son tus defectos, otros que te enseñan arte y otros a los que les enseñas tú, unos que te hablan del Nobel de Economía y esos a los que hablas del de Literatura. Si tienes todo eso es que eres una mujer afortunada y no eres de esas personas que están solas en este tiempo ni necesitadas de atención constante. La amistad no es exigencia, y nadie te puede hacer sentirte mal por decir alguna vez que no, por no necesitar verlos, por no ser siempre una ladrona de su tiempo.

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A todos mis amigos, esos a los que no temo.

 

 

 

 

Ecografías tristes

¿Cómo se llama la pantalla de ecografías? Ahora la veo casi a diario. Una de mis mejores amigas va a tener mellizos, la otra está cuidando mucho a su bebé para que crezca más allá de la décima semana; otra lleva el ciclo lunar, el calendario y la pleamar para poder enseñarnos esas pantallas con su hijo dentro de ella.

Hoy he vuelto a ver esa pantalla y he deseado tenerla delante porque iba a ver en ella un segundo corazón latiendo en mí. Y no es que yo desee ser madre, no. Dejadme que os cuente:  sin embargo, estaba lista para ver el colon de mi madre, ese que tanto le está dando la lata… Le he dado un beso y ahora mismo nos separa una doble puerta blanca cerrada sin llave y un reguero de personas que transita por este pasillo blanco de asientos azules.

Y ya no sé si es que quiero un segundo latir en una pantalla porque lo quiero o porque al ver una ecografía alguien me diga que todo va a ir bien. Y la verdad es que ahora no conozco otra latir en mi pecho más que el suyo, y que por ahora no quiero otra cosa más que ella esté bien.

Ahora no es momento de hablar de besugos ni de ecogrqfías 4D.

 

Lo que dura un momento

  La sensación de que el tiempo pasa mucho más rápido que antes tiene su origen en que la gente, hoy en día, ya no es capaz de demorarse, en que la experiencia de la duración es cada vez más insólita. Se considera, de manera equivocada, que el sentimiento de atolondramiento responde al miedo de perderse algo. Pero en realidad nos encontramos ante el caso contrario. Quien intenta vivir con más rapidez, también acaba muriendo más rápido. La experiencia de la duración, y no el número de vivencias, hace que una vida sea plena. 

–Byung-Chul Han. El aroma del tiempo

–GIF: Masculin, Femenin. Jean-Luc Godard, 1966.

Instantáneas literarias II

“Try to learn to breathe deeply, really to taste food when you eat, and when you sleep, really to sleep. Try as much as possible to be wholly alive with all your might, and when you laugh, laugh like hell. And when you get angry, get good and angry. Try to be alive.”

— Ernest Hemingway

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Fotografía de Hannes Kilian, 1955

Instantáneas literarias

La hora de sentar cabeza no llegará jamás. 

–Roberto Bolaño. Entre paréntesis. Ocho segundos con Nicanor Parra. p. 93

  
Foto: Helen Frankenthaler y su marido Robert Motherwell

Cómprate una historia

De ser padres, de amar, de odiar, de merecer la vida o no. De vientres de cuna, de probetas, de que se nos va la vida a sorbos y nos la dan sin merecerla. 

De que hoy tengo 33 años, un colchón con amor del compartido que no se sabe hasta cuando sudará, que tengo una píldora con alarma, unos padres que me hacen llorar y un hueco que no sé si quiero llenar.

  

De esas cosas os hablaría gustosa. Lo haré pronto, quizá en un rato, quizá en un par de semanas o un par de meses. Pero lo haré. ¡Ah! Y del haré de hoy que será mañana, del haré de ayer que todavía no he hecho y de todo lo que me queda por hacer.

Pero os dejo con un texto de otro por hoy, de alguien que me ha hecho pensar en todas estas cosas, de Ricardo F. Colmenero: Iago.

Me siento atraída por Jack

Veía este mediodía Alguién voló sobre el nido del cuco (Milos Forman, 1975) y he tenido unos reveladores (?) pensamientos al margen de la película:

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1) El Jack Nicholson de entonces tenía 38 años; yo la vi por primera vez cuando tenía unos 22. Esa vez me pareció viejo, ahora atractivo.

2) Escucho la voz de Nicholson y percibo unos contrastes maravillosos; colores y tesituras de una modulación perfecta; los sonidos que hace en diferentes escenas son hipnóticos y su buena dicción me fascina. Así que me da por pensar en el valor de la voz en nuestro tiempo, más bien en su no-valor. ¿Cuántos de los que hablamos casi a diario en redes sociales y sin conocernos personalmente habríamos llegado a tener ese contacto si hubieran intervenido en nuestra relación nuestras voces? A mí me condicionan mucho, por ejemplo, las voces excesivamente milifluas o dulzonas, normalmente agudas, que enfatizan con tonos aún más agudos. Estas voces me repelen, y aunque seguramente me equivoque y haya perdido la oportunidad de conocer a grandes personas, en algún momento han hecho que no quiera conocerlos más. En contra, las que se parecen a la de Jack Nicholson me parecen muy atractiva. La voz de Jack Nicholson me parece atractiva.

3) La boca de Jack es la típica boca que siempre me ha gustado: esa en la que los dientes de arriba sobrepasan a los de abajo. Perfectamente puestos, perfectamente blancos… Y su forma de moverla al hablar, su gesto. Gesto que ha cambiado a horripilante en su madurez, pero que en sus 38 era otro punto más para verlo atractivo. También la forma en la que ríen sus ojos, haciéndose muy pequeñitos, es de las cosas que más me gustan en un hombre. Sin embargo, digamos que, por lo general, me gustan las narices grandes y de tabiques pronunciados y la suya es más bien recortada. No obstante, también me parece atractiva. La cara de Jack Nicholson me parece atractiva.

4) Simplificaré: Jack Nicholson me parece atractivo. Me gusta. Me atrae. Hasta su calvicie no me desagrada.

5) Gema, te estás haciendo mayor. Jack Nicholson te atrae y echas de menos las voces humanas. Y ten algo claro: tienes que salir más. O echarte un novio. O algo.

 
Psych Out, 1968

 
Jack Nicholson by Michou Simon, Cannes Film Festival, 1981

 
Jack Nicholson y Maria Schneider en la obra maestra de Michelangelo Antonioni, The Passanger, 1975

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Retales

Llega septiembre y te encuentras de nuevo frente a la hoja en blanco. Y resulta que, como este verano no he podido ver estrenos, la hoja en blanco se hace enorme, crece y crece delante de mí, como si de un sueño se tratara: una hoja en blanco gigante por la que camino sin referencia alguna. Sigo vagando por esa hoja y pienso en que ha sido un verano malo; muy malo, para ser honesta; la hoja en blanco es tan blanca que sólo la veo negra. Y ahora es una pesadilla.

Septiembre, hoja en blanco, sueños y pesadillas. De esas cuatro cosas y los dos repasos que he dado a mis anotaciones estivales –que no son pocas pero sí mucho más íntimas que útiles- tengo que sacar un artículo para The Best & Brightest (@BestBrightestES) y sólo logro escribir esto, unos párrafos que me planteo si debería borrar. Sin embargo, he decidido dejarlo porque acaba de sonar una extraña versión en francés de Dream a Little dream of me, una versión que no recordaba tener en este IPod rescatado de un pequeño rincón del olvido, y me he acordado de Yume y de Henry James. Yume, Los sueños de Akira Kurosawa (1990) es la única película que he visto de Akira Kurosawa y Henry James es el escritor que jamás ha contado un sueño.

Overhead view of men wearing hats, New York City, 1930, a photo by Margaret Bourke-White

Como me dijo por Twitter el amigo Irles (@SanzIrles), es extraño que una presunta cinéfila de fuste como parece –y creo- que soy no haya visto nada de Akira Kurosawa, pero así es. O así  era, hasta que hace unos días vi Yume. La película se compone de ocho sueños que el director nipón ha tenido a lo largo de su vida, y a través de lo cinematográfico lleva sus experiencias oníricas al público. Henry James decía que si lo que quieres es aburrir a alguien lo mejor es contarle un sueño.  “Cuenta un sueño, pierde un lector”, decía exactamente; pero si se cuenta un sueño, ¿también se pierde un espectador? Rotundamente no. Y en el caso de Akira Kurosawa… pues todo lo contrario.

Love is gonna find you again(…)
but not leaving you yet.

Le he dado más vueltas a los apuntes, mi Moleskine no puede estar más revisada. Las notas de mi móvil son la amalgama perfecta de lo mundano y lo divino: desde la lista de la compra hasta una cita de los Corintios. Me he tomado un café y he hablado un rato con mi madre, ahora se ha quedado dormida. Sigo con las mismas ideas y la que suena ahora es Bird of sorrow, de Glen Hansard. Una canción que habla de la esperanza y de no abandonar, de tener coraje para seguir adelante. Un tema muy propicio para cualquier blog y cualquier artículo recurrente cuando no tienes claro sobre lo que escribir, y más si, como yo, has pasado un mal verano. Pero a mí me da por pensar de nuevo en Kurosawa, porque él con su Yume casi me pierde, pero he decidido no abandonarlo aún. Me queda coraje para no perderme a uno de los directores cimatográficos que, según dicen, mejor ha entendido a Shakespeare. En realidad, la relación entre Akira y yo es una especie de amor platónico, un amor sustentado por lo que imagino que pudiera ser.

En la primera película que he visto de Akira Kurosawa no se cuenta un sueño, sino que, tal y como anticipaba, se cuentan ocho: Akira casi me pierde. Y digo que casi me pierde porque su fama le precede y no soy de abandonar a la primera. Es muy de lejos una buena película y si de mundos oníricos llevados a la pantalla hablamos es posiblemente uno de los más tediosos que yo recuerde. Además, acépteme un consejo: que no sea la primera película que vea del cineasta, puede quitarle todas las ganas de conocer el resto.

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El mundo onírico está presente en muchas películas y está, de hecho, presente de forma magistral. Un sueño inolvidable es el de Spellbound de Hitchcock, ese sueño creado por el propio Salvador Dalí para la película; o el sueño del Truffaut adulto en La noche americana, en el que se ve al Truffaut niño robando las fotografías de la presentación de Ciudadano Kane en el recibidor de algún cine. El francés recrea el sueño de su vida, el de ser director, y nos lo cuenta en una película a través de un sueño en el que se muestra su fascinación por una película de Orson Welles. Es el sueño dentro del sueño, la película dentro de la película: el deseo soñado, la realidad filmada: sueños proféticos y sueños cumplidos. Incluso, la misma Ciudadano Kane, que pudiera ser un sueño de principio a fin. Otros sueños proféticos son los de Fresas Salvajes, película emblemática de Ingmar Bergman en la que un anciano profesor sueña durante un viaje en coche con diferentes etapas de su vida. La película Origen de Nolan es completamente un sueño, es una película que habla de ellos y nos mete en ellos para transformar la realidad, un mundo freudiano, paraíso de cualquier semiólogo, y una solución para todo el que busca respuesta en El libro de los sueños. O la onírica Mulholland Drive, de Lynch.

“Un sueño deja siempre una impresión de grandiosidad y absoluteza. Ello nace del hecho de que en el sueño no hay detalles triviales, puesto que, como en una obra de arte, todo está calculado para producir efecto.”

Cesare Pavese. El oficio de vivir. 3 de noviembre 1944.

Y exactamente eso es lo que nos ocurre cada vez que vemos una película. Todo en ella está milimétricamente pensado para causar en nosotros una sensación, una emoción, un sentimiento. Es por eso que creo que la afirmación de Henry James no podría adaptarse al lenguaje cinematográfico, salvo que hubiera tenido un sueño profético y éste hubiera sido con la película del director nipón. Con todo, Yume es un espectáculo visual, y por contener ocho sueños contiene ocho escenografías totalmente dispares, sin conexión estética pero de una belleza única e individual casi pictórica. Ocho escenografías y, así, ocho primeras fotografías.

¿Otra casualidad? Suena Photograph, una de las mejores canciones post-Beatles, de Ringo Starr:

 Everytime I see your face
It reminds me of the places we used to go
But a ll I’ve got is a photograph
And I realice you´re not coming back anymore

Con toda primera fotografía empieza una historia, es sólo con la segunda fotografía con la que empieza el montaje: lo que se anunciaba en la primera, ahora se mueve. De ahí que sea de gran importancia la primera imagen de una película. Es importante porque, si lo pensamos bien, una imagen es una vez en el tiempo, que en esta ocasión será la antesala de todo lo que nos espera. Además de eso, es un instante que podemos visionar  y revisar mientras no se destruya. Una imagen es recordar más, es ver más, es, intuyo, amar más. Y también odiar más. Y cuando es la primera, pues ya se sabe, pocas veces se da la oportunidad de una segunda primera impresión y Kurosawa lo tiene claro. En esta presentación de cuentos morales en forma de sueños se vale de esa técnica visual de encantamiento; de ese truco que es la imagen en el cine; del uso de una herramienta con la que sí demuestra una pericia incuestionable.

La función final de toda fotografía es la del reencuentro, la de volver al lugar y momento que retrata, la de poner forma y espacio a una historia. No obstante, como decía, con la segunda fotografía comienza el montaje, el movimiento de la historia. Si éste falla, falla todo lo demás. Ocurre igual con el contoneo de unas caderas, que si no es del ritmo adecuado, la belleza estética y estática pierde todo su encanto. La fotografía en el cine es, a fin de cuentas, como las personas. Y si no ansías el reencuentro con alguien, por muy guapa o bonito que sea, mirar su fotografía ¿para qué?

Aunque como ya os he contado, lo mío con Akira, de momento, es platónico, y no me voy a dejar llevar por una pequeña decepción. Por un bache antes del comienzo. Yo sí ansío el reencuentro.

Niño mirando la TV. 1948

Después de casi cuatro horas tengo todas estas palabras escritas, van con cierta falta de sentido intencionado y con una deuda al portador (al lector): la de que la próxima vez analizaré una película, como se supone que debo hacer, apagaré la radio y me dejaré de promesas y casualidades. Todo ello postfechado, para cuando tenga un poco de más saldo en la cuenta de la imaginación. También pospongo la escritura del artículo para la revista, y le sumo el propósito de no aburrir y hacerlo antes del domingo, coger una sola idea y no jugar a la melancolía.

Antes de dejar la escritura de retales por un tiempo, al menos, hasta la siguiente entrada, diré una última cosa: que si te quiero querer te quiero.

[Fe de erratas: Álvaro Quintana (@Alvaroquinn) me avisa de que Mulholland Drive es anterior a Origen, ya que en la primera versión publicada de esta entrada yo hacía referencia a la película de Lynch como la más reciente en el tiempo de todas las que cito. Gracias, Álvaro]

La caricia perdida

Se me va de los dedos la caricia sin causa. 
Se me va de los dedos… En el viento, al rodar
la caricia que vaya sin destino ni objeto, 
la caricia perdida, ¿quién la recogerá?

Pude amar esta noche con piedad infinita, 
pude amar al primero que acertara a llegar. 
Nadie llega. Están solos los floridos senderos. 
La caricia perdida, rodará… rodará…

Si en el viento te llaman esta noche, viajero, 
si estremece las ramas un dulce respirar, 
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va. 

Si no ves esa mano, ni la boca que besa, 
Si es el aire quien teje la ilusión de llamar, 
¡Oh! viajero, que tienes como el cielo los ojos, 
en el viento fundida ¿me reconocerás?

  
Poema de Alfonsina Storni, Languidez, 1920

Gif perteneciente a À Bout De Souffle (De Jean-Luc Godard, 1960), la actriz es Jean Seberg.

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